Espacios "Públicos”
En la mañana escuché la perorata de un intrigante político que llamaba a habitar los “espacios públicos”, a disfrutarlos, a celebrarlos, a compartirlos... me pregunto a cuáles se refiere. Por lo que entiendo y experimento, ciudades como la nuestra, produce cada vez menos lugares que acojan emocionalmente a nadie y en los que es imposible compartir con otros seres urbanos.
En cambio es frecuente cruzar por sitios cada vez más anónimos en los cuales se desarrollan exclusivamente tres actividades básicas y paradigmáticas; circulación, consumo y comunicación (establecida, programada, envasada y digerida).
Plazas, veredas, carreteras, transantiago, aeropuertos, supermercados, hoteles, halls, grandes tiendas, salas de espera y también todos aquellos sitios virtuales de manifiesta convergencia tecnológica que retienen nuestra concentración, como hoyos negros en el universo del pensamiento y forman gigantescas redes que sin hilo ponen en contacto a los seres humanos nada más que consigo mismos.
En cambio es frecuente cruzar por sitios cada vez más anónimos en los cuales se desarrollan exclusivamente tres actividades básicas y paradigmáticas; circulación, consumo y comunicación (establecida, programada, envasada y digerida).
Plazas, veredas, carreteras, transantiago, aeropuertos, supermercados, hoteles, halls, grandes tiendas, salas de espera y también todos aquellos sitios virtuales de manifiesta convergencia tecnológica que retienen nuestra concentración, como hoyos negros en el universo del pensamiento y forman gigantescas redes que sin hilo ponen en contacto a los seres humanos nada más que consigo mismos.
Son espacios en los que es necesario probar reiteradamente la inocencia con algún documento, una afrenta a la dignidad personal y ancestral que opera como el dogma cristiano de la culpa. Estos espacios son una apología a la soledad que se establece en el cotidiano solapadamente, como un gas venenoso e inadvertido. Salvo en excepciones convidamos a otro al supermercado, a hacer la cola del banco, a tomar micro. La mayoría circulamos solos sin darnos cuenta de que tanto la organización social como su territorialización, no inducen a que se establezca ningún tipo de relación social duradera.
En los “espacios públicos”, ante cualquier exacerbación de pensamientos angustiosos, es impensable la reflexión de saber que se está en el lugar que los provoca. Que basta sólo una pasada por el supermercado, la cola de un banco, la seductora venta de una liquidación, para incitar a sentimientos de desarraigo, confusión, irritación, angustia, frivolidad, insensibilidad, empoderamiento, etc. Incluso podríamos llegar a engañarnos pensando que estos mismos lugares nos dan la oportunidad de pensar, en una burbuja solitaria e inadvertida y -de cierta forma- provechosa, porque por unos momentos se tiene la sensación de estar en el mundo y fuera de los problemas. Los ciudadanos los atravesamos como peces en el agua, sin reparar en su existencia.
Desde ahora cuando escuche la inocente propuesta política de habitar espacios públicos indeterminados, sabré que me están convocando a relacionarme con mi soledad, con algunos agravios personales incluidos, que exigirán mi identificación, o parte de mi sueldo, o que alucinadamente absorba mensajes comerciales de una pantalla sorprendente. Es así como seré parte de una masa cuantificable; engrosaré tortas de mercado, alimentaré estadísticas de político según su conveniencia, formaré colas, circularé, pero auténticamente, no me relacionaré con otro.
En los “espacios públicos”, ante cualquier exacerbación de pensamientos angustiosos, es impensable la reflexión de saber que se está en el lugar que los provoca. Que basta sólo una pasada por el supermercado, la cola de un banco, la seductora venta de una liquidación, para incitar a sentimientos de desarraigo, confusión, irritación, angustia, frivolidad, insensibilidad, empoderamiento, etc. Incluso podríamos llegar a engañarnos pensando que estos mismos lugares nos dan la oportunidad de pensar, en una burbuja solitaria e inadvertida y -de cierta forma- provechosa, porque por unos momentos se tiene la sensación de estar en el mundo y fuera de los problemas. Los ciudadanos los atravesamos como peces en el agua, sin reparar en su existencia.
Desde ahora cuando escuche la inocente propuesta política de habitar espacios públicos indeterminados, sabré que me están convocando a relacionarme con mi soledad, con algunos agravios personales incluidos, que exigirán mi identificación, o parte de mi sueldo, o que alucinadamente absorba mensajes comerciales de una pantalla sorprendente. Es así como seré parte de una masa cuantificable; engrosaré tortas de mercado, alimentaré estadísticas de político según su conveniencia, formaré colas, circularé, pero auténticamente, no me relacionaré con otro.
2 Comentarios:
(el pájaro que cantaba detrás no era de acá; no se lo digas a nadie, puede aumentarle la pena).
Hola Gabriela :
Primero que nada, gracias por visitarme , por otro lado, quisiera comentar que mi madre que era profesora y directora de escuela, usaba la Plaza Gabriela Mistral para celebrar actividades de la Escuela 96, como algo muy normal, integrando espacios públicos con el quehacer de la misma en efemérides y fechas especiales, debiendo conseguir permisos, y autorizaciones del Alcalde, lucha que por cierto, llevó a cabo con éxito y total apoyo de la comunidad ¿ Te gusta la idea de habitar la ciudad de esta forma? Saludos
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