viernes, septiembre 04, 2009

Zapatos Nuevos

Al día siguiente, decidió invitar a su mujer y a su suegra al cine. Como señal tácita de indulgencia, necesitaba exponerse a situaciones cotidianas y familiares para sentirse un tranquilo, para eliminar suspicacias y por qué no, también para perdonarse. La noche anterior había tenido un apasionado encuentro con Victoria, habían estado largas horas mirando Santiago de noche desde un cerro y habían hecho el amor en el auto, como adolescentes. Y después, al llegar a su casa, dijo que venía muerto de tanto trabajar. Esa noche había sido más conmovedor; en los vidrios empañados habían dibujado corazones mientras miraban las luces de la ciudad. Aunque este romance llevaba meses, no tenía pensado dejar a su mujer, lo sabía.

Su suegra y Sara recorrieron el mall decididas a renovarse, y cuando esa noche su marido llegó tarde, no les pareció extraño. Era tan trabajólico.

Al día siguiente, estaban a tiempo para llegar a la función de las siete y cuarto. Los tres se subieron al auto y partieron. Su suegra se había puesto los zapatos nuevos de charol, Sara había insistido en que se los llevara, las molestias se van a pasar, decía. Eran muy altos, pero, pensándolo bien su madre
todavía era guapa.

Los zapatos se veían geniales, pero las molestias se transformaron en una tortura insoportable. En el auto, sin que se dieran cuenta, se los sacó para descasar, antes de llegar al cine.

En un cruce que ellos tenían preferencia, apareció un auto por la izquierda
. Hundió a fondo el freno hasta que paró a milímetros del otro auto. Al partir notó algo entre los pies y los pedales, pensó el lo peligroso que sería, pero cuando vio el zapato de charol de Victoria, supo que era mucho más peligroso todavía. Lo tomó y lo lanzó por la ventana justo cuando su mujer le mostraba a su madre una nueva tienda.

Entraron a los estacionamientos, quedaron frente a la boletería. Su suegra buscó los zapatos, pero encontró uno solo.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

reacción infinitesimal, maestro(!)

1:01 p. m.  

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En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.