miércoles, mayo 06, 2009

Punto de Vista.

Un día me di cuenta que podía salir a la calle y los delincuentes no me estaban esperando para asaltarme, que tenía trabajo, que nadie en el país se había contagiado de gripe porcina, que la política no me alcanzaba en lo cotidiano, que la crisis mundial no se la podía con las nubes otoñales, que las locuras en los túneles de las carreteras concesionadas no me sorprendían, que los saqueos de las empresas farmacéuticas tampoco, que casos dramáticos hay en cada cárcel, en cada hospital, en cada familia y pensé que, tal vez, todo se debía a un singular punto de vista.
Me di cuenta que estaba pensando igual que mis informantes; degustando desgracias por aquí y por allá, haciéndolas competir, diseminándolas con lujo de detalles por todas partes, en resumen, siendo absolutamente diligente con la estructura dominante. Cómo era posible que alguien disfrutara de un viaje, un nuevo amor o un buen libro. Mi apreciación era: el mundo está muy mal.
Hasta ese día no comencé a preguntarme si había una perspectiva definitiva e inamovible en mi visión. Hasta dónde ese terrible paradigma óptico estaba siendo inmanente. Incluso me estaba haciendo pensar en el suicidio o me hacía leer compulsivamente a Cioran, como salida a la empatía, caminaba por las calles contando adoquines. Cada noche prendía la televisión y luego no dormía. La crisis ecológica, económica, moral, política, ambiental, me hacía prácticamente imposible cantar en la ducha y mucho menos, ser feliz un día completo.
Centré mi atención en ese singular y trágico punto de vista, en ese paradigma griego que parece dominarnos y para mi sorpresa, confirmé que coincide, que siempre opera de la misma forma, sin excepción. Todos los acontecimientos de la historia, cotidiana o global, todo aquello de lo que no podemos despegar la mente, está parido desde la tragedia y desde ahí, crece conformándose a sí mismo, siendo tragedia para capturar nuestra atención. Hemos evolucionado para enfocamos en ella y los medios de comunicación lo tienen clarísimo.
Mi apreciación -casi una certeza- es un punto de vista introducido, manipulado y envenenado por una epidemia aciaga. Mi punto de vista contaminado fija su atención en lo trágico, pero es la inercia de los hábitos -y luego de una inyección de voluntad- cambio de perspectiva...y de mundo.

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En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.