domingo, septiembre 27, 2009

El Espíritu de la Época

Para que la rutina no aniquile cualquier perspicacia literaria, incluso una fugaz, se necesita cierta constancia de lucidez, la que se manifiesta trágica y apocalíptica en la conciencia, porque resiente el tiempo robado y, como un oxímoron, se instala erráticamente en la permanencia clamando por comprensión.

Entonces, los pensamientos cansados se estrellan contra el dintel del librero y la velocidad del tiempo se hace fulminante y lenta a la vez. Nos enteramos de que ninguna mirada es categórica o estadística, que nada es completamente cierto, y que más bien, todo es un enorme invento.
Nos damos cuenta de que nos hemos acostumbrados a saborear el chispeante acorde de la sorpresa y aún así, vamos como polillas hacia cualquier chispazo de luz, perdiendo el hilo que había alcanzado cierto estado de conciencia a pesar de todo.
Nuestra percepción es fragmentada, estroboscópica. Hace concesiones permanentemente, desecha lo importante para dar paso a las infinitas necesidades de quienes ostentan el poder. Las decisiones comienzan a ser de segunda clase, poco a poco nos vamos acostumbrando a establecer en todo momento la mejor fórmula para que esas entidades fantasmas salgan favorecidas como las empresas.
Me sorprende como muchas personas entran en este cómodo mundo empresarial y se dejan ordenar, encajando perfectamente con la fragmentación de todos sus sentidos. Se quedan ahí, si por ellas dependiera para siempre, felices y satisfechas de entregar el alma a cambio del sueldo y su tiempo. Se realizan, reciben diplomas, condecoraciones sin haber contribuido en nada, a nada, sin siquiera haber visto crecer a sus hijos y con una ética caníbal, donde el otro existe para hacerlo pedazos. Recientemente el jefe de yahoo delató los nombres de los revolucionarios birmanos que se comunicaban por ese correo electrónico a duras penas para hacer valer sus derechos, el tipo o la empresa quedó así en una inmejorable posición para el interesante mercado chino.
Yo una vez participé en una licitación para productores de pisco. El objetivo: quitar participación de mercado a las cervezas. El brief: penetrar el segmento de los jóvenes de catorce años que recién comienzan a tomar alcohol. Había que lograr introducir el pisco para que ese consumo desplazara a la cerveza. Me sorprendió que nadie se rehusara a hacer el trabajo y que los directores de la importante agencia de publicidad transnacional, ejemplo de exitosos hombres de empresa, estuvieran encantados. Todavía no deja de horrorizarme. Supongo que a nadie le importa porque se perdió la conexión entre lo que uno hace para ganarse la vida y lo que uno hace para cambiar el mundo. Cuando se derrumbaron las utopías, se terminaron las buenas intenciones. Somos lo que nos pagan, valemos nuestro precio en oro.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Será que en este mundo fragmentado y desalineado de la aldea global, sin -ismos ni utopías, persiste el afán guerillero; el mismo que mueve al 'hacker' a colarse en los archivos del FBI o del Banco Santander. Habrá entonces una recompensa parecida para el genio detrás de la campaña publicitaria: sentirse el cerebro que al final de cuentas alimenta al Poder tras manipular los freudianos códigos ocultos de las masas. Yo, igual que tú, no quiero ser ese mercenario, sino un guerrillero. De paso pienso que Freud era un fascista de mierda.

1:16 p. m.  

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En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.