martes, abril 06, 2010

Denunciemos la arrogancia

No hay canales de tv, ni diarios. Radios: una que otra. Sé que esa sintomatología es grave, me recuerda algo. Poco a poco los ciudadanos -el real inconsciente colectivo- internalizan los hechos con el tamiz de la voz de los emisores de marcado sesgo fascista. Nos enteramos que los carabineros resguardaron el orden público como se debe en el día del combatiente, que el presidente está vendiendo sus cositas, que el Ministerio de Hacienda planea un alza “moderada” de impuestos para hacernos creer que el gobierno no está puesto con los empresarios, un mensaje tan ambiguo como decir: pasé como que vine.

Agudizar el ojo y ver debajo del agua. El nuevo gobierno viene del mundo empresarial, del marketing donde se hace lo incorrecto, pero se hace bien. Denuncio esa arrogancia desde el primer día, tengo anticuerpos históricos y mi aprensión es que casi todos los chilenos estamos condicionados a un paternalismo autoritario que dice con una sonrisa al más puro estilo guasón, cómo deben ser las cosas de aquí en adelante.

Nadie duda las dificultades de gobernar después de un terremoto que echó al suelo el ochenta por ciento de casi tres regiones, ya no hay sedes de ningún tipo, ni hospitales, ni intendencias, ni clubes sociales, ni trabajo, ni nada. Hay escombros. Desastre total. Ante este escenario quiero un poder austero (palabra casi en desuso entre los empresarios), entregado con humildad a la labor de reconstruir, con una actitud aplicada más que demagogia eficientista. Algo cercano a lo que algunos concertacioncitas pensaron cuando se pusieron a disposición para ayudar. Humildad. Actitud que jamás la vi de parte de la derecha cuando fue oposición (salvo Lavín que lo intentó sin resultados menos mal).

Los medios están en franca colusión, ninguno se sale de madre. The Clinic se lee en La Moneda, no sirve. Les da risa. Esto es serio. Dejo planteada la inquietud, tirado el anzuelo, echada la suerte.

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En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.