miércoles, marzo 07, 2007

¿Métele Caos?

La historia de la lucha entre las emociones y el pensamiento es atávica en occidente, pero podría haber sido de otra manera. El tiempo, que todo lo aplaca, no es respuesta para el desenlace. El pensamiento busca, lleno de esperanza, la sentencia que logre combatir el permanente caos al que postula la emoción. Es una lucha hegemónica de territorialidades en pos de someter a los insurrectos sentimientos que, sin ley, se disparan ante la exposición de átomos o químicas que desestabilizan el poder de la razón. La consecuencia es el desequilibrio, el desgaste, la pérdida de tiempo, el debilitamiento de las facultades organizacionales, para terminar, por cierto, en el completo desorden de los sentidos, inhabilitando al sujeto ante cualquier acción y dejándole abatido en el campo de batalla sin una historia que contar más que desconcierto después de una tormenta. Ahora bien, si el sujeto no va a contrapelo y se entrega uniéndose a la anarquía, trayendo al presente incansablemente los momentos sublimes, las epifanías, lo más probable es que acabe en un lugar de la historia no previsto y sus potencialidades vaguen en los brazos de la Nada arrasándole lo más preciado que tuvo alguna vez; el poder de decisión ¿Qué hacer?, como dijo Lenin, lo único que sabemos es que el tiempo no es respuesta. Sin embargo, los hindúes han probado la canalización de las energías involucradas, hacia otras áreas, subliman dicen, atribuyendo al orden universal, cualquier contradicción de este tipo. Además, sus creencias -en una rueda de la fortuna que no para de girar desde que las almas existen- les dan la confianza que todo se paga, en esta o en otra vida, y que por lo tanto es imposible la manipulación de las circunstancias. No está mal. Tenemos que encontrar respuetas puesto que estamos en el devenir que nos cuestiona sin piedad. Es una gran entretención. No me rindo, todavía, no olvido que a cada segundo estoy ganándole a la muerte.

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En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.