jueves, abril 13, 2006

A Juan Ramón, Monchito.

Para qué sirve, ahora que no estás, que te hayas ido.
Para qué sirve tu ausencia,
preguntas que rebotan.
Estabas acorralado,
sin salida,
oscuro y aterrado en una celda de tortura.

Yo estaba al lado,
invisible,
Y ahora me pesa hacer poesía con tu dolor,
Aunque es mejor que llorar.
Tu pelo largo y tu mirada alojan en mi alma
Vivirás aquí hasta que yo me vaya,
Soportaré tu ausencia mirándote a los ojos
Sintiendo tus apretados abrazos,
Tu risa, tu manera de decir “mi chica”
De pronto, sólo imaginario
Tu vida repleta de sentido, más ahora.

Creíste que era más fácil que seguir
Terminar con esas mañanas
Con ese ritmo insoportable que urde un minuto con el siguiente, vacío.
Sin que una sonrisa pudiera hacer nada
O la perfecta cadencia de esa canción sin acompañamiento

Pienso que no te dije todo,
que las palabras que sobran son tijeras que cortan
estúpidos trozos que caen al suelo, sin remedio,
mellándome el alma
que no te apreté con suficiente fuerza
que no intercepté tu oscuridad.

Cada palabra hace eco
y nuestra complicidad hecha pedazos
añora encontrarte
porque éramos compañeros de viaje
y te seguiré hasta siempre.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.