jueves, junio 28, 2012

¿Qué era yo?

Aquí otra vez en eso de las palabras que no se dejaron, que no se dijeron, nunca voy a decir ni tampoco pienso, estos momentos soy ambigua. Hay una cosa especial, pero no es nada, es solo a mí mismo. Van seis meses. Seis meses desde que estallo mi cerebro. Una mano y un pie y todo el lado derecho, colgando, ya no son míos. Son una mitad y la otra no. Mientras yo no entiendo, ni me quiero en los enfoques íntimos. Salí despacio  a regar el jardín, me demore más de tres horas, quede demasiado golpeada. Toda bajo sin mesura y a medias con el lenguaje. Ahora tengo un cerebro con el lado izquierdo vacío. No me reconocerás, estoy como nunca quise. La voz es otra, no la misma. Lo único que quiero es estrechar a mi amigo y dejar de llorar. Llevo un día con este texto. A quién le había pasado un gigantesco tan grande. Jamás tuve idea. No tuve donde juntarme. Ni aquí ni allá. Más relegado donde. No pude decirle nada. Nunca. Hay ciertas historias que ya están hechas, esta no, no tiene sentido. Ese nombre, mi amor, solo puedo entregarle a medias, todo lo que soy. Cómo poder entregarle a alguien, nombrarle, contarle, sin más. Hay un subterfugio interno entre las capas de mis células, uno que se nombra así mismo, nadie sabe qué fondo le di. Tabaco y pastillas anticonceptivas dan como resolución: ataque cerebral. Como pudo ocurrir algo tan siniestro. Eso, sin dar vida a mis extremidades, sólo de signos. Por ahora le pregunta va en otra cerca. ¿Cómo le saco partido a esto? Llevo siete meses recuperarme y apenas puedo decir, difícilmente: llevar una conversación, sacar una idea, en el ámbito de las personificaciones. Es mi límite, el subterfugio, aun no me permite sacarlo ¿Habrá cuándo? Era un viernes tipo 10.30 pm con la Margarita, pensamos después del cine prepáranos lo que había y después dormir. En eso estábamos y el ataque cardiovascular, sin previo aviso, se mostró. Dejé la comida sin masticar, neutro, no tenia las partes que siempre me han gustado y no tenía vocablos. La Margarita llamó a la Iza  y muy pronto íbamos al Hospital Militar. Allí estábamos a eso de 11.00 hrs. Yo mudísima, no entendía muy bien por lo que era, pero ya estaría en casa después. Me dejaron en la UTI enchufada a un escritorio, nada pasaba pero si en el escritorio. 48 horas sin comer para que el edema nos afectara la audiencia. A los siete días yo estaba igual, no hubo operación gracias a dios, por suerte.  Me dejaron contenta. Mas fácil aún, saldría de aquí. Ya llevo siete meses. Hoy estoy en mis vacaciones, me atrevo a decir que estoy viviendo. A los sietes meses un lado neutro y uno que no logro imponer. Antonio me lleva como si nada me hubiera pasado. Me lleva a caballo, me hace panoramas, me llena, me sobrecoge. Yo no sé cómo es hoy. Ayer tenía sentido, maravillas en vacaciones, hoy no es lo mismo. Ayer fuimos donde Juan Gasto, nos reímos y nada pasó. Cuando nos fuimos yo me hice trizas. Yo miro para atrás y no cacho cómo llegue hasta ahí. Hoy, mejor. Mi discapacidad en la mano y en el pie, son funestos, perdura todo el tiempo: mi dialogo: no hay escape. Hoy mi dialogo debe ser mucho mejor. Puedo contestar el teléfono y dar informes. Me dieron una droga; renacenz. El lunes empieza la aplicación, es intravenosa y dura diez días. En invierno se vera de lo que es capaz. Hoy no alucino más, es mucho esfuerzo tratar de no volver atrás. Ando ocupada, las risas están en otro viaje, me sumo al cotidiano. Veo televisión, soy una materialista común y corriente, de esos que se comen tres programas. De repente las cosas me hacen dobles, tirar fácil me suena bien, yo ando perdida en este mundo, no voy llegando a ningún lado y mi ringtone suena raro.Las palabras hacen la diferencia. Yo no tengo ese don, se me escapó, junto con mi brazo y mi pata. 
Me hacen tanta falta mis amigos. Me quieren. Marcial es mi amigo, tiene de sobra.Hoy estuvo aquí. La vida es simple trabajas y descansas. Hoy tengo que darme una mano. No me puedo abandonar, lo tomo porque ya no me quedan más posibilidades. Van diez meses. Tengo la sensación, la describo y me vienen los acertijos, por decir lo menor. Eso es natural y ya nada será lo mismo. Tengo que aplicarme y será todo otra vez. Ya no me acuerdo de nada, están, pero no los recuerdo. Me dan ganas de reírme cuando ya nos convoque. Debo salir a comprar, mejor hacer como que uno no sabe nada y pasear, después, estaba haciendo una vida casi normal. Que poco nos interesan los defectuosos. 
Que miedo nos dan los defectuosos. A los interesados ya no les interesa, a la única que le importa es a mí. Me toca una idea o es más bien un esbozo de idea, y no la puedo decir.  En la mente me va regio, tengo muchas cosas de que hablar, mi criterio se mueve bien, pero una vez que las pongo para decirlas, me viene la confusión total, las palabras se me bloquen. ¡Olvido jamás!... pero poco a poco, me van abandonando, me van fatigando las ganas de conmover, van olvidándose. Por eso me sirve llenar, plagiar, doblegar, utilizar, manipular. Todo lo muestra mi línea de pensamiento, para que no me obligue aquedarme sin presente -que rebobino y está intacto- no se escatime en llenar páginas. Esto no tiene que ver con el habla, ninguna fuente ésta abierta. Las piernas están sujetas y las brazos también. Yo sentada aquí, me lleno de placer y pavor, juntos. Es casi un año. 
Hoy me siento diferente, tenemos que ganarle, hay cierta gratitud cuando las cosas están, cuando hay puro presente. No hay pasado, mucho menos futuro.

viernes, junio 22, 2012

Secuela hasta la muerte

Estoy con una secuela, de por vida de un ataque cerebrovascular, no lo puedo olvidar, me levanto en la mañana y me doy cuenta, no puedo pararme, hablo y me dan escalofríos, me miró al espejo y me quedó una hora... sola, sin comunicación y con un solo lado bien ¿Se puede vivir con un lado? no creía, es demente, falta un tramo en mi cerebro, es como si hubiera dejado todo atrás, sin olvido, pero pudriéndose.

En el trópico de la escasez, ningún negocio supera al viento.